Por: Luis Hallazi*
Estamos aún en medio de
la catástrofe del llamado “Niño Costero”. Las últimas cifras que ha reportado
el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional
(COEN) señalan que la lista de fallecidos se elevó a 97 personas, más de
20 desaparecidos, 124 161 personas damnificadas, 14 301 viviendas colapsadas; 813 239 mil afectados[1].
Es
probable que las cifras se incrementen para finales de abril, que
es cuando se espera que las lluvias cesen y el fenómeno climático termine.
Más allá de esas
cifras frías como un tempano, debemos ser honestos con lo que cada día vemos y
escuchamos en las redes y medios de comunicación desde nuestro cómodo sofá: Detrás
de cada persona que sufre dramáticamente este desastre, está el rostro de la
desigualdad social y económica de este país.
Vivimos dentro de un Estado que nos castiga
dependiendo de nuestro origen, condición o lugar donde vivamos; sino
preguntémonos ¿quiénes son los pobladores que viven en las quebradas inactivas,
ahora arrasadas por los huaicos?, ¿cómo es que se asentaron en tierras tan
arriesgadas?, ¿de qué material precario están construidas sus viviendas?, ¿cuentan
con servicios básicos como agua potable, alcantarillado, atención sanitaria digna?,
¿cuál es la calidad de la educación que reciben sus niños y niñas? Se calcula
que el 60,9 % de la población peruana está en situación de riesgo y
vulnerabilidad frente a fenómenos naturales[2]; más de 3.5 millones de
viviendas son de material precario[3], 2.5 millones carecen de
alcantarillado[4] y 7 millones de peruanos no
tiene acceso a agua potable segura. La causa la encontramos en la enorme brecha
de desigualdad entre los privilegios que tienen algunos, en detrimento de los
mínimos derechos que son negados a la gran mayoría de peruanos.
La furia de la naturaleza
se ha encargado de desnudar la precariedad de nuestro Estado, además de mostrar
la irresponsabilidad, negligencia y en algunos casos delictuosidad de sus
autoridades[5].
La organización política de nuestro Estado, en gobierno nacional, regional y
local, dejó en evidencia la inexistente coordinación y desarticulación entre
los niveles de gobierno, si no veamos cómo el alcalde de Huarmey[6] tras la inundación de su
localidad por tres días, se vio obligado a trasladarse a Lima e interrumpir una
conferencia de prensa del presidente para solicitar ayuda o el caso de varios
ministros haciendo la vez de gobernadores regionales en los lugares de desastre[7].
Lo cierto es que los
últimos gobiernos nacionales, han reconcentrado el poder político y económico,
señalando la falta de “capacidad de gestión” en las regiones y bajo esa
justificación han tomado las grandes decisiones sobre territorios y recursos que
no les competen; todo esto en función de la imposición de un modelo de
desarrollo económico desde el centro a la periferia, logrando el fracaso de la descentralización.
Si a ello le agregamos
que nuestras autoridades han prescindido de instrumentos de gestión como la
planificación estratégica y el ordenamiento territorial, entonces podemos entender mejor la
magnitud de los daños; puesto que estos instrumentos buscan contribuir a la
reducción de la vulnerabilidad humana y orientar la ocupación del territorio a
partir de intervenciones que reduzcan el
riesgo de desastre. Sin embargo, la situación actual es producto de tres décadas
sin planificación, ni articulación de planes sectoriales y regionales. El
crecimiento de las principales ciudades en este país no se planifica, solo
se ocupa desordenadamente, creando grandes cinturones de asentamientos humanos;
dicha ocupación muchas veces producto de invasiones, son sospechosamente saneadas
“legalmente” por la autoridad competente sin cumplir las mínimas condiciones de
habitabilidad.
Hay un ejemplo concreto
que engloba la lógica de un Estado desigual y sin planificación. El 2013 finalizó
el ciclo de altos precios de las materias primas que exportamos, con ello llegó
el estancamiento económico, el PBI empezó a decrecer y esto a alarmar al
gobierno de turno. La decisión para reactivar la economía fue bajar y, en
algunos casos, eliminar estándares de protección de derechos sociales y
ambientales. Se aprobaron decretos, leyes y políticas para seguir esa lógica;
una de esas normas fue la aprobación de la Ley 30230, que, en su artículo 22, limitó
la Política Nacional de Ordenamiento Territorial a una decisión del gobierno central,
desmantelando así lo poco avanzado en planificación por los gobiernos
regionales y locales. ¿Por qué lo hizo? porque el gobierno central vio en
riesgo la exclusión de proyectos extractivos, reforzando de esta manera la
lógica de un Estado que busca beneficiar a unos pocos, incluso a costa de la
planificación y ordenamiento del territorio.
La falta de planificación y desigualdad son un mal
endémico en nuestro país, están íntimamente relacionadas, pero ningún gobierno
en toda la historia republicana parece haberle prestado interés. A pesar de que
la última década se haya tenido un superhabit
fiscal que difícilmente se podrá repetir, el Estado no se inmuto ni por
planificar, ni por acortar las diferencias entre ricos y pobres; si más bien se
ocupó por las cifras macroeconomía (PBI, tasa de interés, balanza de pagos) y
sobre todo los incentivos normativos a la inversión para tener mayor
competitividad, todo esto visto como un fin en sí mismo.
Si bien es cierto que hubo resultados que redujeron
el índice de pobreza monetaria[8] logrando pasar de más del 50% de
pobreza en 2004 a menos el 23% en 2014[9], olvidándose de combatir la extrema desigualdad que se fue ensancho en la
misma proporción del crecimiento económico; en el 2004 un poblador rural tenía
el doble de probabilidades de ser pobre que el urbano, hoy esa probabilidad es triple[10]; de la misma forma los
habitantes de Huancavelica tienen cinco veces más probabilidades de pobreza y
desigualdad que un habitante promedio de Lima.
Hasta antes de que se produjeran los desastres
naturales, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski seguía en la misma lógica de gobiernos
anteriores: la obsesión por el crecimiento económico ilimitado. Sin embargo los
desastres nos han demostrado que si queremos modernizar el Estado, no es
suficiente crecer con un promedio de 6% entre
2005 al 2013, ni de triunfalismos como el llamado “Milagro peruano”; tenemos
que empezar a planear el país que queremos, uno que tenga capacidad de
respuesta ante grandes emergencias, porque las probabilidades de fenómenos
climatológicos serán frecuentes, pero además debemos atacar la terrible
desigualdad económica y social que existe entre peruanos y peruanas. Queda eso,
o que persista la fórmula de los últimos 25 años, donde el Estado bajo un
modelo económico neoliberal, deja a la mayoría de peruanos a expensas de los desastres
naturales. Total, como dicen sus ideólogos el mercado otorga lo que cada uno se
merece.
*Luis Hallazi es abogado y politólogo,
investigador en derechos humanos.
[1]
Ver La República: http://larepublica.pe/sociedad/860330-coen-cifra-de-victimas-mortales-se-elevo-97
[2]
Ver Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del
Riesgo de Desastres (GAR) por las Naciones Unidas: http://www.preventionweb.net/english/hyogo/gar/2015/en/gar-pdf/GAR2015_SP.pdf
[3] INEI
2015 Condiciones de vida en el Perú, Informe Técnico N°.-2- junio 2015.
[4] Defensoría
del Pueblo 2014. El derecho humano al agua y saneamiento: el control del gasto
público en la ejecución de infraestructura de acceso. Informe 170 Defensoría
del Pueblo.
[5] En
este análisis no vamos a
referirnos a la variable corrupción que está íntimamente relacionada con el
colapso de la infraestructura a raíz de los desastres, donde los alcaldes
tienen mucha responsabilidad siendo el caso de Lima metropolitana es el más
escandaloso.
[6]
Ver en Diario la República: http://larepublica.pe/politica/857155-alcalde-de-huarmey-hace-desesperado-pedido-ppk-y-zavala-por-inundaciones
[7]
Ver en Andina: http://www.andina.com.pe/agencia/noticia-ministros-se-desplegaran-a-zonas-emergencia-para-atender-desastres-658258.aspx
[8] La
pobreza monetaria es aquella situación en la que el nivel de ingreso o consumo
de una persona es inferior a una canasta de bienes y servicios esenciales.
[9] INEI
2015 Informe Técnico: Evolución de la pobreza monetaria 2009-2014 Instituto
Nacional de Estadística e Informática, Lima.
[10]
Reporte de Oxfam América, 2015. Para no retroceder, realidad y riesgo de la
desigualdad en el Perú. Documento de Trabajo Perú N°.- 1/octubre 2015.
Estamos aún en medio de la catástrofe del llamado “Niño Costero”. Las últimas cifras que ha reportado el Centro de Operaciones de Emergencia Nacional (COEN) señalan que la lista de fallecidos se elevó a 97 personas, más de 20 desaparecidos, 124 161 personas damnificadas, 14 301 viviendas colapsadas; 813 239 mil afectados[1]. Es probable que las cifras se incrementen para finales de abril, que es cuando se espera que las lluvias cesen y el fenómeno climático termine.
Más allá de esas cifras frías como un tempano, debemos ser honestos con lo que cada día vemos y escuchamos en las redes y medios de comunicación desde nuestro cómodo sofá: Detrás de cada persona que sufre dramáticamente este desastre, está el rostro de la desigualdad social y económica de este país.
Vivimos dentro de un Estado que nos castiga dependiendo de nuestro origen, condición o lugar donde vivamos; sino preguntémonos ¿quiénes son los pobladores que viven en las quebradas inactivas, ahora arrasadas por los huaicos?, ¿cómo es que se asentaron en tierras tan arriesgadas?, ¿de qué material precario están construidas sus viviendas?, ¿cuentan con servicios básicos como agua potable, alcantarillado, atención sanitaria digna?, ¿cuál es la calidad de la educación que reciben sus niños y niñas? Se calcula que el 60,9 % de la población peruana está en situación de riesgo y vulnerabilidad frente a fenómenos naturales[2]; más de 3.5 millones de viviendas son de material precario[3], 2.5 millones carecen de alcantarillado[4] y 7 millones de peruanos no tiene acceso a agua potable segura. La causa la encontramos en la enorme brecha de desigualdad entre los privilegios que tienen algunos, en detrimento de los mínimos derechos que son negados a la gran mayoría de peruanos.
Hasta antes de que se produjeran los desastres naturales, el gobierno de Pedro Pablo Kuczynski seguía en la misma lógica de gobiernos anteriores: la obsesión por el crecimiento económico ilimitado. Sin embargo los desastres nos han demostrado que si queremos modernizar el Estado, no es suficiente crecer con un promedio de 6% entre 2005 al 2013, ni de triunfalismos como el llamado “Milagro peruano”; tenemos que empezar a planear el país que queremos, uno que tenga capacidad de respuesta ante grandes emergencias, porque las probabilidades de fenómenos climatológicos serán frecuentes, pero además debemos atacar la terrible desigualdad económica y social que existe entre peruanos y peruanas. Queda eso, o que persista la fórmula de los últimos 25 años, donde el Estado bajo un modelo económico neoliberal, deja a la mayoría de peruanos a expensas de los desastres naturales. Total, como dicen sus ideólogos el mercado otorga lo que cada uno se merece.
[1]
Ver La República: http://larepublica.pe/sociedad/860330-coen-cifra-de-victimas-mortales-se-elevo-97
[2]
Ver Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del
Riesgo de Desastres (GAR) por las Naciones Unidas: http://www.preventionweb.net/english/hyogo/gar/2015/en/gar-pdf/GAR2015_SP.pdf
[3] INEI
2015 Condiciones de vida en el Perú, Informe Técnico N°.-2- junio 2015.
[4] Defensoría
del Pueblo 2014. El derecho humano al agua y saneamiento: el control del gasto
público en la ejecución de infraestructura de acceso. Informe 170 Defensoría
del Pueblo.
[5] En
este análisis no vamos a
referirnos a la variable corrupción que está íntimamente relacionada con el
colapso de la infraestructura a raíz de los desastres, donde los alcaldes
tienen mucha responsabilidad siendo el caso de Lima metropolitana es el más
escandaloso.
[6]
Ver en Diario la República: http://larepublica.pe/politica/857155-alcalde-de-huarmey-hace-desesperado-pedido-ppk-y-zavala-por-inundaciones
[7]
Ver en Andina: http://www.andina.com.pe/agencia/noticia-ministros-se-desplegaran-a-zonas-emergencia-para-atender-desastres-658258.aspx
[8] La
pobreza monetaria es aquella situación en la que el nivel de ingreso o consumo
de una persona es inferior a una canasta de bienes y servicios esenciales.
[9] INEI
2015 Informe Técnico: Evolución de la pobreza monetaria 2009-2014 Instituto
Nacional de Estadística e Informática, Lima.
[10]
Reporte de Oxfam América, 2015. Para no retroceder, realidad y riesgo de la
desigualdad en el Perú. Documento de Trabajo Perú N°.- 1/octubre 2015.